lunes, 20 de febrero de 2017

Podemos, en eso de movilizar, ¿podemos o no podemos?



Ayer participé en Zaragoza en la concentración convocada por los sindicatos. Motivos para la convocatoria los había. Y los habrá con toda seguridad durante mucho tiempo. Son muchos los problemas enquistados, sin resolver, que soportan las gentes de nuestro país, y mucho más, como bien decían ayer los intervinientes en el acto, los que sufren los colectivos más vulnerables de jóvenes, mujeres e inmigrantes.

Las soluciones no llegan, el gobierno sigue en la suya de que lo están haciendo muy bien y nada hay que rectificar. El IPC sube, la carestía de la vida es evidente tanto en la cesta de la compra como otros aspectos no menos importantes como la luz y el gas. Los sindicatos se quejan, con razón, de cómo actúa el gobierno y también de los empresarios, “se ponen de perfil”, decía en su discurso uno de los líderes sindicales, ante la necesidad  de incrementar los salarios para recuperar la pérdida de los últimos años y compensar la subida del coste de la vida.

La necesidad de que la sociedad se movilice a la vista está. El esfuerzo que en ello están poniendo los sindicatos, hay que reconocérselo. Pero la realidad es que el movimiento sindical no está pasando por sus mejores momentos. “Maniatados por la reforma laboral” se quejaba otro líder sindical, para intentar explicar el poco fuelle de los sindicatos en los últimos tiempos. La concentración fue escasa de participación, nada que ver con la multitudinaria presencia que convocaban en las calles hace unos años.  Pero esto se intentaba compensar  con las actitudes militantes de los centenares de asistentes, así como los entusiastas discursos de los intervinientes, que demostraban ser inaccesibles al desánimo.

El acompañamiento político de las izquierdas locales tampoco fue para tirar cohetes. La más digna, numéricamente hablando, fue la de IZQUIERDA UNIDA, siempre presentes en las movilizaciones sindicales y cuyos distintos cabeza de lista para su próximo congreso  andaban fotografiándose sonrientes juntos y con otros cuadros del partido, cual si no pasara nada.  Nadie relevante de un PSOE en horas bajas y que había apoyado la concentración. Escasa presencia de caras conocidas de CHUNTA que también apoyaba.

Y PODEMOS, ¡ay  Podemos! Ausencia total. No apoyaron la concentración, a pesar de que en Vistalegre2  ganó la opción más partidaria de la movilización social. Parece que, al menos en Aragón, en lo que he podido comprobar hasta a la fecha, el partido de Echenique se encuentra más cómodo en las movilizaciones, la más de las veces testimoniales, que convocan otras fuerzas sindicales muy minoritarias.  Tendrán que hacérselo mirar, porque CCOO y UGT, a pesar de la dura carrera de obstáculos a la que se ven sometidos, siguen moviendo algunos miles de incansables militantes, y además una buena parte de los ellos, con toda seguridad, son votantes, por ahora, suyos.

Creo que desde los ámbitos demócratas de este país, no se puede contribuir a poner más plomo en las alas de los sindicatos que la pintan de verdad en el mundo del trabajo. Y creo que hay que felicitar a UGT y CCOO por su esfuerzo movilizador y animarles  a que sigan en la faena. Yo desde luego, satisfecho estoy  de pagar cada recibo trimestral de la cuota de CCOO

miércoles, 8 de febrero de 2017

Podemos. Acierto y suerte.



En puertas de Vistalegre 2, no comparto la alegría más o menos contenida con la que parte de la izquierda acoge el cristo que parece tienen montado los de Podemos. El fenómeno Podemos trasciende, y mucho, a sus propios diseñadores y creadores. Para millones de personas este partido ha supuesto la esperanza de que las cosas puedan empezar  a cambiar en nuestro país, saliendo del callejón sin salida de un bipartidismo en el que gobierno y oposición, sea cual fuere el partido que ocupara  un lugar u otro, tendían a parecerse cada vez más en sus políticas, aún escudados en marcas comerciales diferentes. Podemos significó la esperanza de que los márgenes de “lo posible” podían ser realmente superados sumando voluntades, pasando de etiquetas, en torno a lo que hacer y no en torno a lo que parecer. Podemos ha sido un instrumento de canalización política para muchas gentes decepcionadas de los partidos que hasta hace poco dominaban el escenario político, hasta el gorro de corrupción, con una percepción nada positiva de todo el entramado institucional y desapegadas del mundo de la política en general, que observaban como algo totalmente ajeno a ellas. Podemos, seguramente muy por encima de su propia voluntad fundadora, ha impulsado cambios en las formas de hacer política, a los que con mayor a menor convicción,  con mayor o menor fortuna, con más o menos intensidad, se han tenido que acoger el resto de partidos políticos.  El éxito de Podemos no se puede entender sin los graves errores de los demás partidos y sin las ganas de cambio de una importante parte de la población.
Me temo que el estancamiento, o peor aún el fracaso, del proyecto de Podemos, no llevaría al resurgimiento de un  Psoe instalado en su papel de la alternativa de los matices. Ni a un  resurgir relevante de la izquierda pura y dura encarnada en IU. Tampoco, en Aragón, al crecimiento del nacionalismo de izquierdas representado por CHA, muy lastrado porque las preocupaciones de la gente se centran más en la situación socio-económica y en como les afecta en su vida cotidiana, que en debates de carácter  identitario. Todos estos espacios van a seguir existiendo, pero no levantan entusiasmos van a experimentar un crecimiento significativo    
No, el espectáculo desatado por la confrontación previa a Vistalegre 2 no debería ser motivo de gozo para el resto de la izquierda. Más bien debería ser objeto de preocupación y de sinceros deseos de que en este congreso las personas adscritas a Podemos y sus dirigentes, demuestren capacidad de síntesis en las políticas a aprobar, de aceptación  unánime de lo que mayoritariamente decidan, de escrupuloso respeto a la pluralidad y de integración en la conformación de los equipos de dirección. Me da la impresión de que tan solo así van a ser capaz de mantenerse un proyecto amplio,  con vocación de crecer más y capacidad transformadora real.
 Los grandes problemas de las gentes no se han solucionado. Las necesidades de cambiar las cosas en este país, siguen ahí. Los líderes de Podemos tienen una enorme responsabilidad para que ese  proyecto, que ya no les pertenece solo a ellos, no se vaya  la vertedero, no pierda ni uno solo de sus efectivos, sino que siga creciendo en adhesiones y en madurez política. 

Desde fuera solo nos queda pedirles prudencia y generosidad. Y desearles suerte.