martes, 7 de junio de 2011

INDIGNADOS, pero mucho y desde hace tiempo.

9 de Septiembre de 2010. Miles de sindicalistas de base, en representación de sus empresas, INDIGNADOS, reunidos en la plaza de toros de Vistalegre de Madrid, dieron el pistoletazo a una Huelga General.

Cómo escribir determinadas cosas sin que se entiendan como reactivas al estupendo movimiento popular que está floreciendo los últimos días en las plazas de las principales ciudades de nuestra ciudad. Como decirlas sin que se interpreten como hostiles, cargadas de mal rollo o ni tan siquiera se pueda alentar la mínima sospecha acerca de  la simpatía que siento hacia esta miles de personas que han encontrado un cauce para demostrar su profunda indignación ante un estado de las cosas realmente deplorable. El hecho de que multitud de  personas indignadas, algunas de hace tiempo, confluyan en esta corriente primaveral y rompan con la tediosa monotonía del todo parece imposible y proclamen que cambiar el mundo es posible me parece fantástico. El que proliferen los jóvenes es genial. El debate, las aportaciones, el esfuerzo para llegar a consensos en unos ámbitos tan heterogéneos es un ejercicio encomiable, no demasiado practicado en organizaciones políticas que se mueven más por equilibrios internos de reparto de poder u orientados a la caza del voto, caiga quien caiga. Nunca tendrán el suficiente agradecimiento, aunque sea tan solo porque muchos que se sentían muy seguros en sus poltronas, se han sentido cuestionados de verdad y han sudado, aunque sea un poco.
Pero….. me indigna que se olvide con tanta facilidad que muchos ciudadanos y ciudadanas de este país, llevamos años indignándonos. Y que no solo nos hemos indignado sino que hemos tratado de canalizar esa indignación en movilización (si, movilización) y gestión política, social, solidaria, ecologista, sindical, pacifista….. Somos miles las personas que estamos organizados en innumerables organizaciones, aportando en asociaciones, en ONGs e incluso en parroquias, aportando de forma constante parte de nuestra energía, de nuestra vida, para transformar poco a poco, o mucho a mucho, aspectos de esta sociedad que nos repugnan, o para echar una mano a personas que en nuestro país o fuera de el las están pasando canutas.
Los sindicatos, por hablar de organizaciones que curiosamente son muy denigradas, llevan toda esta crisis peleando con el gobierno, con las empresas, con los bancos, arañando protección al desempleo para los parados y haciendo lo indecible para defender trincheras conquistadas con anterioridad, o construyendo otras cuando las anteriores corren riesgo de ser arrasadas por un enemigo demasiado potente. ¡Pero como se pueden olvidar los cientos de actos, de movilizaciones, de manifestaciones, de convocatorias de protestas en empresas, en los sectores, en las calles a los que hemos sido convocados por los sindicatos!
Como se puede entender ese trato simpático y amable (a mi me parece bien) que se da desde la mayoría de los medios hacia la movida guay de las acampadas y el trato borde,  árido que se ha destilado hacia todo lo que se ha meneado desde organizaciones de las que se sabe no templan gaitas, no se andan con tonterías, que negocian, que consiguen aunque no sea demasiado, que acuerdan, y que al día siguiente siguen a lo suyo acumulando fuerzas, porque saben que las agresiones van a seguir, sutiles o burdas, pero que siguen sin solución de continuidad. Como se puede desprestigiar a miles de honrados cargos públicos, juro que conozco a algunos, que se oponen o gobiernan como mejor entienden para sus vecinos, el dos más dos de las cuentas de muchos municipios… Espero que muchos de los recién incorporados a las movidas ciudadanas, placenteras (por lo de plaza ¿estará bien dicho?), no caigan en los pecados de la soberbia (un poco sorprendidos por acabar de descubrir la rueda) y la autocomplacencia (nosotros si que somos la ostia, tíos) en la que a menudo hemos caído “sus mayores”, descalificando el trabajo y la entrega, probada, cotidiana, persistente, nada compulsiva de miles de personas indignadas de casi siempre entregadas a la causa.
Millones de trabajadores hicimos una Huelga General hace bien poco. Unos tan solo la secundamos con el bajo costo del salario de un día. Otros sufrieron amenazas de sus empresarios y aguantaron el tirón no yendo a trabajar. Otros se la curraron durante días con asambleas en las empresas explicando los motivos y las alternativas. Algunos han estado en las mesas de negociación rascando lo que han podido. Todos merecen reconocimiento y respeto. ¡Joder, digamos con claridad que la indignación no es patrimonio de nadie!. Y a mí, con toda la simpatía y cariño, que procura no ser demasiado paternalista, hacia los indignados del 15 de Mayo para aquí, lo que de verdad me mola, lo que me emociona y motiva, es esa gente que se mueve SIEMPRE, algunos de ellos hoy también en las plazas, muchos de ellos en el barrio, en la calle, en la empresa…. Animo, que vosotros si que podéis.
Y todo lo dicho, no quita un ápice a la necesidad de reflexionar e introducir aire fresco en el funcionamiento, a veces viciado de muchas organizaciones encomiableas aquí citadas, que necesitan limpiar sus cauces para que las riadas encuentren salida y se traduzcan transformación social.

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