viernes, 8 de abril de 2011

Sindicalismo de clase y corporativismo.



Los sindicatos están para defender los intereses de los trabajadores. Los sindicatos con visión global, los de clase, para defender los intereses globales, los de todos. El problema surge cuando los intereses concretos de los trabajadores de un sector chocan con los del resto.  Y lo jodido es cuando los primeros, con fuerza corporativa, imponen sus criterios al resto. Así sufrimos lo de los controladores, lo de los maquinistas de tren, lo de los pilotos de avión, médicos,  y un etcétera de profesiones, con alto poder coactivo por su situación clave en los sectores productivos o en la sociedad, que acaban imponiendo sus reivindicaciones sin demasiado esfuerzo, ni pérdida en jornadas de huelga para sus nóminas, y a costa del total de contribuyentes, trabajadores menos privilegiados que ellos.

Se supone que el sindicalismo de clase (por entendernos, CCOO, UGT, CGT) tiene una visión más global, más de conjunto y así más alejada de puros intereses corporativos, que hacen avanzar tan solo una parte, casi siempre a costar de los demás. Y así suele ser en líneas generales, a pesar de las dificultades que todo eso conlleva en la actividad sindical de los ámbitos laborales en que se tienen que mover, demasiado a menudo compuesto por trabajadores y trabajadoras de fuerte sentimiento corporativo y muy alejado de un sentimiento de “clase trabajadora”.

Pero a veces nos dan sustos. Y esos sindicatos de clase, con supuesta visión global, se embarcan en movidas corporativas. Y así, a menudo confunden la defensa de “lo público” con la defensa de "lo suyo", reclamando más recursos, exclusivamente para mejoras salariales. ¡Pero si es perfectamente legítimo reclamar mejoras salariales y laborales para sus representados! ¿Por qué camuflar su acción sindical salarial, tan solo salarial, en la mejora de “lo público”,  y por tanto de la ciudadanía, de los usuarios, cuando es evidente que una vez conseguido lo pretendido de verdad, lo demás sobra? Parecen decirnos a los ciudadanos que la esencia del servicio público no es satisfacer a los ciudadanos, sino saciar las reivindicaciones de los funcionarios. Ya se, ya se; esto no lo piensan todos, ni muchísimo menos. Hay funcionarios honrados y serios que comparten estas mismas reflexiones y actúan en consecuencia.

Bajo mi punto de vista, ejemplo de corporativismo en estado puro, aunque vaya avalado con banderas rojas, es el que nos ofrecen  algunos sindicatos de educación de Aragón, lamentablemente también los de UGT y CCOO, empeñados en defender jornada intensiva para ellos, por tanto también para los alumnos, alegando argumentos de carácter pedagógico: es mejor para los chavales, nos dicen. Si es una reivindicación laboral, deberían hacer un ejercicio de honradez y situarla en esos términos, y quien tenga la responsabilidad de gestionar lo común ya decidirá. Pero no que empleen, una vez más, argumentos de bien común, cuando solo se persigue el bien particular. Esas incoherencias se acaban pagando. Hay muchas familias que lo están pasando mal. Mucho drama en las casas. Muchas mujeres haciendo virguerías para acoplar su jornada laboral a los horarios de sus hijos y un morro tan fino para mejorar condiciones que ya se perciben como muy buenas por el común de los mortales no se entiende demasiado bien.

Sufrimos un fracaso escolar que roza el escándalo, pero los profesionales de la enseñanza no despliegan sus pancartas para exigir mejoras en el sistema (no solo en sus salarios), ni parecen demasiado implicados en trabajar en el día a día para superarlo. Es cierto que no se puede meter a todo el mundo en el mismo saco. Pero la foto de la movilización es la que es; jornada intensiva y los demás que les den.  Esta actitud corporativa y tremendamente egoísta, no trabaja precisamente a favor de lo público. Por el contrario lo desprestigia y luego nos asombra que los padres se planteen optar  por una enseñanza privada que, al menos aparentemente, les da mejor servicio.  Corporativos de todo color y pelaje, estáis contribuyendo al despretigio de lo público. Estáis favoreciendo ese gran bocado que desde las derechas económicas quieren asestar al sector público. Y si no, al tiempo.

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